lunes, 2 de mayo de 2011

Qbi

Cumbia Testimonial

Jerónimo el iguana suicida
El Exterminador de palomasMuerte y Soledad.


Hay un tipo que desde hace mucho tiempo atrás tiene la costumbre de atrapar palomas y retenerlas en su habitación durante una semana. Él es mi amigo. Vive en la azotea de un edificio de 12 pisos, muy cerca del estadio.
Cuando los domingos luego de su resaca de la noche anterior muy temprano las palomas gorgotean y le despiertan, él abre las cortinas, coge un poco de granos de trigo y las derrama en la entrada la habitación con la puerta abierta, como invitándoles a que pasen al interior. Luego él, baja al mercadillo de cerca del edificio donde habita, a aprovisionarse de muchas latas de cerveza, vuelve con calma, con el dominical bajo el brazo, y con unas gafas de mujer que alguna ocasional visitante le había donado. Cuando tiene mala suerte sólo vuelve con un botellón de agua y algún libro sin ninguna novedad.
Se sienta en una mecedora con las lonas desgastadas, en pantaloncillos cortos, y con las cervezas remojando en un lavador con agua fría a su lado. Mientras las aves con desconfianza bajan del techo poco a poco para que se metan a la habitación.
Bajo el sol; extiende el dominical y ése domingo lee en los titulares: “Mujer se mata porque publican sus fotos desnuda en facebook” se bebe la primera cerveza con calma y a la tercera enciende un cigarrillo. Cuando es hora de almorzar, se prepara un sándwich de salami y jamón. Luego de esto enciende su lap-top, abre su cuenta del facebook y busca el nombre de la mujer que ha muerto a causa de las fotos, encuentra bloqueada la cuenta, cierra la computadora y vuelve a lo suyo.
No sé por qué algunas personas creen que es un tipo extraño e irritante, pero eso a él le importa muy poco y sigue con su rutina. “Creo que me estoy volviendo loco” me dijo en una ocasión, a mi me parece de lo más normal. Aunque no tiene trabajo casi nunca le falta efectivo, o teléfonos celulares que en ocasiones regala a sus amigos cuando sale a divertirse algún fin de semana.
Yo paso a visitarle los domingos porque vive cerca del estadio, y yo los domingos voy a ver el fútbol. Desde su azotea se puede ver con comodidad los partidos de fútbol de la liga descentralizada, pero prefiero entrar al estadio y pasar a visitarle luego. Subo contando las gradas muy lento y llego agitado.
−Debería haber un ascensor hasta acá porque ya estás en edad de sufrir un paro cardiaco. –le digo.
−Eso me mantiene en buen estado tío. Aunque cuando regreso los fines de semana siento que no llegaré. –Responde.
Cuando llego, las palomas están ya enjauladas, atrapa sólo 7 palomas, una para cada día de la semana, y cada día mata una y se lo sirve en trocitos a la iguana que mantiene en su en su azotea, pero no sabe que las iguanas no comen carne y que casualmente se pudren y atraen moscas que la iguana aprovecha y así se alimenta. Ésta es la quinta iguana que tiene, las primeras dos murieron por que si, sin ninguna anécdota detrás de sus muertes, la tercera se “suicidó” o al menos eso piensa. Cree que se arrojo desde la azotea 12 pisos abajo, se enteró cuando un tipo que pasaba por ahí y casi fue asesinado porque la iguana cayó sobre él, pero no fue más que un susto porque el hombre sólo se desmayó. Todas las iguanas se llamaban “Jerónimo” y el cuarto Jerónimo decidió abandonarle cuando se inundó su habitación. “Supongo que para las iguanas la muerte es sólo la muerte” me dijo una vez, cuando hablamos del tema.
Me lanzó una cerveza y la atrapé, estaba tibia y sorbí el primer trago con cierta dificultad.
Leí el dominical y reconocí el nombre de la mujer, los detalles afirmaban que había metido la cabeza en el microondas, me estremecí, no supe si comentarle algo sobre el tema, porque él no lo hizo, sólo se concentraba en las palomas y mi aspecto superaba el nerviosismo, tal vez si mi nombre hubiera sido Jerónimo también me hubiera lanzado de la azotea ante el susto y la desesperación que sentía en ese instante. Bebí toda la cerveza de golpe, encendí un cigarrillo y con optimismo pensé, en que hay muchas mujeres con el mismo nombre. Respiré hondo y me despedí sudando con el cuerpo frio.
Todos los días mata una paloma con tal cuidado que parece un ritual chamanístico; golpea la cabeza de la paloma con el peso de su mano, luego les rompe el cuello sin mucho esfuerzo, las despluma, les abre el tórax, les saca las vísceras y los troza en pequeños pedacitos. Para esto siempre tiene mucho cuidado con la higiene, usa guantes de hule quirúrgicos y mandil verde que una enfermera amiga suya le regaló en agradecimiento de que una noche le permitió quedarse en su cuarto cuando no tenía donde ir, aunque no estoy del todo seguro quién debía haber agradecido.
Siempre he creído que las casualidades no existen, pero luego de la rigidez de ciertos sucesos que han transcurrido con indiscutible secuencia a lo largo de lo últimos 10 años, ya no sé que creer.
La novia de mi mejor amiga, en su viaje a la selva, agobiada por el calor y el ruido de los bichos, decidió, luego de ingerir algunos somníferos, introducirse en una congeladora con suficiente espacio para otra persona de su contextura física a refrescarse y descansar. En esa parte del país la Policía es un poco lenta pero no tanto, porque realizaron una investigación, dando con mi mejor amiga, ella declaró y reconoció que efectivamente habían sido pareja y unos días previos terminó con la muchacha y ésta no pudo aceptarlo e incluso amenazó de muerte al chico que ya era su nuevo compañero. Mi amiga luego de enterrarse de la muerte de su ex, quedó devastada, 5 años de relación no se superan así porque si. “Te juro que te vas a arrepentir” recuerda que fue lo último que le dijo. Las investigaciones concluyeron en que fue un suicidio.
Tras realizar algunas llamadas e indagar, confirme el nombre de mi mejor amiga y compañera que hace un par de años se había mudado a otra ciudad a ejercer su profesión con plena libertad y lejos de los prejuicios y las habladurías de la gente de esta ciudad. “Desde que salieron las fotos estuvo sin querer comer parecía que no lo hacía falta” me dijo su prima con la voz entrecortada.
El tipo que tiene la costumbre de atrapar palomas y es mi amigo comparte su soledad con jerónimo su iguana, éste debe ser el animal más silencioso que he conocido, contrario a las palomas permanece quieta casi todo el tiempo, es prácticamente una oda al silencio y siempre he creído que el silencio es la representación más exacta de la soledad.
Una vez se concentró en una de sus ocasionales victimas, fijó su mirada en los ojos diminutos del ave, en una versión mínima de varios círculos concéntricos, fijos e inexpresivos. “La paloma me estuvo hablando” me dijo. Sin saber que fue él que se introdujo en el interior de la paloma y le ocasionó inquietudes.

1 comentario:

R Pisstol dijo...

Si no te conociera camarada, jurarìa que me impresionaba. Pero well, bien, pero muy bien.