atomilegal

Atomtado

Se llama Constantino y es aliado de la revuelta, bueno, es aliado de si mismo porque no conoce a nadie de la revuelta.

La supuesta rebelión al parecer no existe y si existiera él no lo sabe, pero si no existiera el derecho de su existencia y la molestia de hacerse llamar “Constantino” por la nomenclatura marcada por un sello con radiación térmica al costado del catéter, no tendría sentido.

Esto también es falso, no se hace llamar “Constantino”, porque que clase de conspirador se hace conocer por todo el gentío por su alias y, más aun, un conspirador que no ha conspirado aun nada; por lo tal lo llaman Ne.

Todo esto -la falta de camaradas evidentemente es lo que más le afecta- le deja -más bien le aplasta- un sentimiento de soledad y además miseria despropósita. Esto le hacia sentir aun peor. Como soldado que se sentía, no era más que un peón; y sin superior la revuelta estaba perdida.

Ne o Constantino, como quieran llamarle, se la pasa viajando en busca de ciudades desiertas, esperando que algún grupo llegue y ocultarse para gorrear la explosión, más qué placer es su afición; claro que él se dice que lo que busca es a los camaradas de la idealista lucha, pero primero, a mi subjetivo parecer, debería buscar primero los ideales.

ConstantiNe sólo es uno más de los que siempre hubo, hay y habrán, es la constante como la lógica y demás términos con los que confundimos nuestras abstracciones; era sucesión más que consecuencia, el típico looser pero para su realidad un looser con numero atómico.

Es posible que él lo supiera, pero como que hay muchas cosas que no sabemos y no queremos saberlas es más probable que no lo supiera y ni lo quiera saber; a nadie, bueno a la mayoría, no le gusta saber que es un perdedor aunque sea este con número atómico incluido.

¿Agradable?, lo era, pero para quien se molestase conocerlo y no era de esos tipos a los cuales se te anima sin más a acercarte para conocerlo, era de los que pasan desapercibidos con su ligera carga de que si pero no, y para qué… para concluir en que en nada aportaría para la próxima bomba.

Una inutilidad completa, un atomrevolucionario solitario sin ideales claros en desiertos químicos y ciudades abandonadas en busca del placer atómico y camaradería ilusoria.