miércoles, 8 de agosto de 2007

R. Pisstol


Mi hermanita

Mi hermanita no se parece en nada a la hermana de Jennifer. No, no, no. No se trata del ADN y todos los códigos que Dios en su infinita sabiduría ha creado y que hacen que una oreja sea diferente a otra aunque ambas sean orejas de mujeres y estén agujereadas. Mi hermanita jamás pensaría vestirse como una de las Living Dead Dolls por ejemplo. Mi hermanita en realidad no es mi hermanita, o bueno si lo es, pero no en el estricto sentido de lo que es una verdadera hermanita. Yo la quiero, pero también quiero a mi perro. Mi perro en realidad no es un perro sino una perra en el sentido estricto. Una perra en el sentido estricto es un perro hembra. Se muerde la cola incluso y es más cariñosa y celosa. Hace dos meses el perro hembra que yo quiero se llama Negrita y me lo regaló el Negro Bueno y por eso la llamé Negrita. En realidad, el Negro Bueno quería regalarle esa perrita (pastor belga) a mi hermanita, pero ella no quiso recibir el regalo. Yo sé el porqué de las dos cosas.
Yo si quisiera regalarle algo al Negro Bueno sería a mi hermanita, pero bueno, supongo que no es posible porque en este mundo cosas así no son así de posibles. Y es que también la verdad no se vería muy bien envolver personas en papel platinado y darlas en regalo, tengan la edad que tengan, aparte que mi mamá pondría el grito en el cielo. Pero un deseo imposible es sólo un deseo en secreto. Y los secretos al menos no son para contarlos hoy. Hoy porque no tengo ganas y porque hoy simplemente mejor no.
Mi hermanita no sabe quién tiene una pistola. Mi hermanita comía uvas sentada en las escaleras que dan al patio cuando el Negro Bueno llegó con la perrita en los brazos. Mi hermanita comía uvas cuando no quiso aceptar el regalo. Mirando el patio dijo: Espacio. Mirando el cielo: Tiempo. Luego: Alergia. Luego: Soy muy chica para cuidarlo. Mi hermanita comía uvas frente a nosotros mirando como El Negro Bueno se abrazaba a un osito de peluche que se llama Gabo y que no sé quién le regaló a mi hermanita y que estaba en las escaleras junto a sus pies descalzos. Mi hermanita terminó con las uvas cuando yo bauticé como Negrita a la perrita que trajo como regalo el Negro Bueno. Las hermanitas más buenas jamás imaginan nada de nada. Eso las hace más buenas. En todos los sentidos. Incluso en el más estricto.
La estricnina mataría a una perrita con la misma facilidad con que Bush mentiría nuevamente sobre la existencia de armas de destrucción masiva. Estricnina viene de estricto, para los que no sepan.

(EXTRACTO DE LA NOVELA INÉDITA “MIA COLUCCI MIRANDO LA GUERRA POR TV”)


2 comentarios:

Araniela dijo...

Mi hermanito metió un golazo con esta nota... tu otra hermanita tiene la pistola! jajajaja

Unknown dijo...

rodi pisstol smart man¡¡¡¡¡¡¡¡¡ alguna duda