jueves, 5 de julio de 2007

Willni

Dios


Soy Andre Gutierrez y he destruido al mundo. No fue intencional, nada de eso. Simplemente desperté maltrecho. Estaba desnudo, meado, golpeado. No tenía idea de lo que había pasado. Entró mi Padre, un gran hombre, y comenzó a regañarme. No entendía nada de lo que decía. Que dónde estaba mi ropa, que qué había pasado anoche, que por qué le hacía eso, que no valoraba todo lo que me daban. Le respondí con lo único que sabía: No sé. No crea, señor Lector, que he sido un mal muchacho. Bueno, he hecho cosas malas en mi vida, no he tenido respeto por cosas que son sagradas. La madre, por ejemplo. O Dios. Pero son pecados que pueden ser perdonados. Sobretodo ahora que sólo quedamos usted y yo. Si mira afuera no verá nada más que espacio y tiempo. Ya se lo dije, he destruido el mundo. Pero no se asuste, le he perdonado la vida. Es que así soy yo de dadivoso, de simpático e incluso demagogo. Es un chiste, solamente. Y volviendo a los hechos, como le decía desperté e inmediatamente fui regañado por mi señor Padre. Veía mis manos y no podía creer que realmente eso había pasado. Tenía tanto dolor físico, tanta sed y tristeza, además de un ojo morado y la pierna fracturada. Tosía malagueramente, había pasado mucho tiempo desnudo en la calle. Fue un robo, pensé. Pero hasta ahora no estoy completamente seguro. Sólo recuerdo que estaba sentado con un amigo hablando de poesía, pasó una muchacha virgen y blup! Amanecí así como estaba. Se preguntará cómo sabía que era virgen, pero créame lo sé, o al menos eso me dijo ella cuando intenté desflorarla. Lo dejo ahí porque no es de caballeros hablar de esas cosas. Lo sé, créame que lo sé; pero no podía evitar mencionarlo y ya lo dije, no hay remedio.

(lapsus, André respira, coge el vaso de agua que está próximo a su mano derecha, bebe un poco. Hace un sonido raro con la garganta y prosigue)

Como le decía, he destruido el mundo. Lo hice estallar tan fácilmente que hasta ahora me parece increíble. Fue algo así como inflar un globo hasta que explote y uno se queda con la sensación de vacío en las manos. Y un fuerte ruido manoseando la oreja. Ahora todo es aburrido. Estoy todo el día metido en este espacio negro, como usted me verá, si deseo algo basta pensarlo y lo tengo. Por ejemplo este vaso de agua. O esta silla. O usted. Sí, usted. No vaya a creer que este encuentro es un capricho del azar. ¡Oh no! Simplemente lo traje para evitar esta soledad atmosférica y para contarle que he decidido dejar de existir. Será muy simple. Cerraré los ojos y dormido poco a poco me iré disolviendo en este universo lleno de un eco silencioso. De un zumbido ubicuo. Pero no crea que dejaré las cosas así como están. No, no, no. He planificado todo. Tengo aquí las semillas de otra esfera azul. ¡Lo ve! ¡Aquí en mi mano! (ves una decena de diminutas semillas marrones) ¿Me haría usted el gran honor de sembrarlas en otro sistema planetario, de regar el nuevo ser que lentamente irá creciendo? Tiene que pensarlo muy bien, mire que es una gran responsabilidad. Se requiere mucho trabajo para lograr que este mundo crezca, y, mucho más aún, para que florezca. Si su respuesta es no deje de leer esto. Váyase, le doy permiso para volver en el tiempo, de regresar al viejo planeta ese, lleno de espanto y miseria. Pero si su respuesta es sí: Usted ha hecho un trato conmigo. No le prometo que será fácil. Nada de eso, será arduo, incluso sentirá que ya no puede más. Tendrá ganas de abandonarlo todo, de dejar al planeta a su suerte pero, y esto es cierto, será gratificante. Imagine por un momento otra tierra ya no azul sino celeste, colorida, hermosa. Compare esta posibilidad con el lugar de donde viene. Sólo piense que todo esta en sus manos. Yo le daré la semilla. Usted será el nuevo hacedor de todo, el verdadero Dios, el hombre.

(Otro sorbo)

¿Está dispuesto ha hacerlo?

(Mirada fija, te inspecciona, ¿estás dispuesto?)

Soy André Gutierrez y he destruido al mundo pero usted lo reconstruirá. Es una promesa.

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