ESTRATEGIAS
Terminé con el novio y para el colmo tengo los más macabros cólicos menstruales….nada sabe distinto otra vez.
El novio…sí, claro.
Era lo que yo quisiera que sea, era mi reflejo, era mi distorsión, era agridulce…y lo que sea, me gustaba hacer que se amargue, que me odie y me muerda los labios, que me lastime y tenga ese asunto titilando en el aire, cuidar de que nada explosioné en nuestros pechos. Y estar juntos en la cama, acabando con nuestros cuerpos, con nuestros ojos, y susurrarnos los mil millones de “para siempre”, de planear viajes, huidas, refugios, venenos, muertes. Y para el buen gusto, creérmelas…palabras escamadas, creérmelas todas.
Me había enamorado muy rápido, me lo había creído así de fácil, y me gustaba el morbo del engaño, aún así sabiendo que era una pendejada de esas, pasar el tiempo con un chico que sepa decir algo bueno después de cierta mezcalina sublime … patéticamente me había enamorado del cicuta que destilábamos.
Y nunca descubrí su mirada exacta, nunca probé su sabor natural, ni le olí el pecho al besarlo, ni conté los pelos de su pubis, ni me enrede nunca en su pelo encrespado, ni soñé con matarlo…una mierda.
Pero no fue tan malo, convertirnos en una canción, ponerle al amor mi pimienta, desgastarme mientras él me miraba, ser la chica más inestable y poder ser voluble en sus ojos brillantes y ser -no más-, lo -que sea-, sin que nos angustien los nervios, sin que el pulso demore al verle de espaldas con el sabor en la punta de mi lengua, y él con mi sabor en sus dedos.
Supuse que él quería algo de otra dimensión, más que morderme los labios, más que sexo con pizcas de amor cada dos horas, más que distorsión y detalles. Y yo sólo quería algo suave sobre mi piel y lo que sea menos peligroso para mis ojos y mi tristeza…
Ah si...y los macabros cólicos menstruales….que se me calmaron cuando hablé con papá, él sabe cuando algo se incrusta en mi pecho y no deja de arderme hasta hacerme vomitar.
Terminé con el novio y para el colmo tengo los más macabros cólicos menstruales….nada sabe distinto otra vez.
El novio…sí, claro.
Era lo que yo quisiera que sea, era mi reflejo, era mi distorsión, era agridulce…y lo que sea, me gustaba hacer que se amargue, que me odie y me muerda los labios, que me lastime y tenga ese asunto titilando en el aire, cuidar de que nada explosioné en nuestros pechos. Y estar juntos en la cama, acabando con nuestros cuerpos, con nuestros ojos, y susurrarnos los mil millones de “para siempre”, de planear viajes, huidas, refugios, venenos, muertes. Y para el buen gusto, creérmelas…palabras escamadas, creérmelas todas.
Me había enamorado muy rápido, me lo había creído así de fácil, y me gustaba el morbo del engaño, aún así sabiendo que era una pendejada de esas, pasar el tiempo con un chico que sepa decir algo bueno después de cierta mezcalina sublime … patéticamente me había enamorado del cicuta que destilábamos.
Y nunca descubrí su mirada exacta, nunca probé su sabor natural, ni le olí el pecho al besarlo, ni conté los pelos de su pubis, ni me enrede nunca en su pelo encrespado, ni soñé con matarlo…una mierda.
Pero no fue tan malo, convertirnos en una canción, ponerle al amor mi pimienta, desgastarme mientras él me miraba, ser la chica más inestable y poder ser voluble en sus ojos brillantes y ser -no más-, lo -que sea-, sin que nos angustien los nervios, sin que el pulso demore al verle de espaldas con el sabor en la punta de mi lengua, y él con mi sabor en sus dedos.
Supuse que él quería algo de otra dimensión, más que morderme los labios, más que sexo con pizcas de amor cada dos horas, más que distorsión y detalles. Y yo sólo quería algo suave sobre mi piel y lo que sea menos peligroso para mis ojos y mi tristeza…
Ah si...y los macabros cólicos menstruales….que se me calmaron cuando hablé con papá, él sabe cuando algo se incrusta en mi pecho y no deja de arderme hasta hacerme vomitar.
Me miró, me abrazo, y sonrió con vileza diciendo: -Tienes que manipular a los hombres. No colisiones. No te enamores.-
Entonces por alguna razón me sentí mejor, o algo así.
(Todo para enloquecerte.)
2 comentarios:
Como creer que jugar con un hombre (en el sentido menos estricto de la frase) puede aletear una espezanza de ego. "Hacerlo molestar"...
Me encantas, cuidate
demasiado. demasiado. demasiado. ud sabe quien soy, hermanita.
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